viernes, 12 de abril de 2013

DANTE PANZERI – DIRIGENTES, DECENCIA Y WINES


Es el libro que acaba de editar Sudamericana con una recopilación de Matías Bauso para recordar a uno de los mejores periodistas argentinos. Sale justo cuando se cumplen –este 14 de abril- 35 años de su fallecimiento. A continuación, la charla que tuvimos con el copilador.

“La hija de Panzeri estaba en negociaciones por los libros y nosotros (por Sudamericana) optamos entonces por su obra periodística. Panzeri había donado su archivo al Club Quilmes de Mar del Plata, así que me fui allá y saqué fotocopias y fotocopias y fotocopias. Tuve un metro de fotocopias, revistas El Gráfico, recortes de diarios. Estuve meses así, para seleccionar material. Habré leído entre 5.000 y 6.000 notas de él. La editorial me había pedido 750 mil caracteres y terminé haciendo más de 1.000.000. Y me quedé corto: 400 notas la primera selección, 200 después y así fui bajando”, cuenta Matías Bauso, nacido en Buenos Aires en 1971, escritor y abogado. Es el compilador de este libro genial, imperdible para amantes del periodismo, que se llama “Dante Panzeri – Dirigentes, decencia y wines” y que acaba de publicar Sudamericana cuando se cumplen 35 años de su muerte: el 14 de abril.

Bauso, según se describe en la solapa del trabajo, “fue coguionista con Eduardo Mignogna de Marea, La rabia y La señal (versión original), y guionista del ciclo Deporte Argentino (Premio Fund Tv, Premio ATVC, Estímulo DeporTEA) para Canal Encuentro. Se desempeñó como productor periodístico en documentales para History Channel. En teatro escribió las obras Niños cantores y La fin del mundo, representadas por el grupo Olín. Publicó investigaciones históricas sobre personajes populares (Aníbal Troilo, Florencio Parravicini, Luis Ángel Firpo, Juan Duarte) en la revista Todo es Historia. Su primer libro, Una épica de los últimos instantes, fue finalista del Premio La Nación-Sudamericana de Ensayo 2008 y fue luego publicado por Sudamericana”.

En un bar del centro porteño, Bauso sigue contando cómo fueron aquellos pasos previos a que esta recopilación llegue a las librerías. “Cuando en la editorial vieron el producto final se decidió no tocar nada. Pero cualquier podría elegir otras 100 notas, si quiere. Habrá escrito más o menos 15 mil. Era un animal de trabajo”. Y después dice: “Escribía al menos, desde que se fue de El Gráfico, ocho notas semanales, más sus colaboraciones radiales, televisivas. Y no eran columnitas, sino notas de páginas abigarradas”.

Sobre la temática de Panzeri, señala: “Sus temas siempre son los mismos. Cualquier cosa, cualquier partido, es una excusa para explayarse sobre su teoría deportiva y sus conceptos éticos. El partido es una excusa para exponer sus teorías futbolísticas. Y cuando escribe también expone su teoría ética. Para él el resultado es una cosa aleatoria. Le es más importante la manera de conseguir las cosas que el resultado final”.

Sobre sus libros (“Fútbol, dinámica de la impensado -1967-” y “Burguesía y gangsterismo en el deporte” -1974-) acota: “Son arduos para leer. Son muy de una época. Y ‘Dinámica…’ en su segunda parte es de táctica, de posiciones, cuando hoy los jugadores tienen hasta otras numeraciones. Entonces quedó anticuado. Pero su estilo no es tan sencillo de abordar. Y el otro Panzeri es éste, el que escribía todos los días. Por eso llegó a ser Panzeri”.

Luego describe al recordado periodista al explicar que “no le encontrás una traición en sus 40 años de trayectoria. Es muy coherente, absolutamente intransigente. Es increíble que haya tenido el lugar que tuvo en el periodismo y en la sociedad, porque iba más allá del deporte. Podría haber sido millonario, pero nunca entró en los juegos. Sólo hacía periodismo. Y si nombrás a los grandes periodistas del Siglo 20, como Botana o Timerman, todos fueron dueños de sus medios, o los dirigieron. Pero él no salió nunca del periodismo”.

También destaca que “sus dos grandes amores o temas son el fútbol y el periodismo. Y al final del libro que acabamos de sacar hay una recopilación de críticas de Espectáculos que escribió en Satiricón, donde ya grande trabajaba con jóvenes que después se hicieron reconocidos, como Mactas o Dolina, entre otros”.

También señala sobre su posición periodística que “creía que uno tenía que tomar partido. No lograba entender al periodismo imparcial. Para él había que tomar partido, ser parcial. Parcial a favor de la honestidad, del buen juego”.

“En el año ’76, el Boca de Armando compra a Mastrángelo y a Gatti. Para él, Armando era la cara del mal. La gente decía que eran viejos. Él escribió, ‘ahora hay que hablar, no vale la opinión con el diario del lunes’. Y describe las prestaciones que ambos le dieron al club. Los goles de uno y que Gatti es el arquero ideal para Boca. Terminó sucediendo. Pero si no sucedía, el tipo había dado su posición. Eso lo hizo siempre. No todos pueden decir lo mismo”, ejemplifica.

“Hoy su lugar sería secundario. Creo que lo que hizo fue abrir puertas. Mostró que el periodismo deportivo podía tener una cara crítica. Ahora, como es absolutamente intransigente, sería insostenible para cualquier dueño de medios. En una transmisión se levantaría y se iría. Sin embargo, el periodismo deportivo de hoy es mucho mejor que antes. Porque si bien hay muchos chantas, hay al menos veinte que son extraordinarios. Tenés una revista como ‘Un caño’, un suplemento deportivo como el de La Nación, periodistas como Ariel Scher, Ezequiel Fernández Moores, Gonzalo Bonadeo, Diego Latorre, que es un analista excepcional”.

“Otro gran aporte de Panzeri es que comprendió que el deporte era algo más. Comprendió la intromisión de la política en el deporte, algo que odiaba. Pero entendió que el deporte estaba ligado a la política. Estaba en contra del boxeo y seleccioné notas que escribió sobre eso porque quería demostrar cómo se oponía al segundo deporte más popular de esos tiempos. Cuando dirigió El Gráfico no sacó ni una tapa de boxeo. Y sacó cinco de Argentinos Juniors. Y para que eso vuelva a pasar, tuvo que aparecer Maradona. Publicaba notas de boxeo, si, pero no les daba el lugar de la tapa”, aporta después.

Sobre su enérgico rechazo a la organización del Mundial ’78 en Argentina, recordó: “Fue la única voz que se opuso al Mundial. En lo personal, recuerdo que veíamos los partidos con mi papá, mi abuelo y mi hermano en las pantallas de colores del Luna Park. Él se opuso siempre, desde que Argentina ganó la sede. Pensaba que Argentina tenía otras necesidades. ‘¿Para qué hacer seis estadios nuevos?’, preguntaba. Y se volvió loco cuando se enteró de que iban a ser nueve. Él decía que los recursos debían ser utilizados para las necesidades primarias. Fue él único que dijo eso”.

“Yo pensaba que era un gran periodista deportivo. Y cuando terminé el trabajo empecé a pensar que era un extraordinario periodista. Su obra sigue siendo actual. Porque trata los grandes problemas. Creo que sus grandes legados fueron la honestidad y una coherencia a prueba de balas; y también entender al juego como un hecho cultural. Analizaba desde otro lado y mostraba cosas que antes de su llegada nadie mostraba. Por eso es un crítico más que un simple comentarista”, dice.

Y sobre el final, cuando nos terminamos el café y afuera del bar empieza a lloviznar, se despide: “Me parece que este libro va a perdurar: dentro de diez años cualquier estudiante de periodismo podrá encontrar en él quién fue, cómo escribía Dante Panzeri. Creo que para eso también va a servir este trabajo”.

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