Editorial Planeta acaba de editar la
autobiografía del gran boxeador argentino, reconocido en todo el mundo no sólo
por ser el campeón y uno de los mejores en la actualidad, sino también porque
debajo del ring tiene mucho por decir. Y lo dice en este trabajo.
“Con mis 37 inviernos sentidos en cada
articulación, pero con la fuerza que me da la convicción de saber que en cada
latido es mi sangre la que golpea las puertas de la gloria”, se lee en una de
las tantas frases que escribe Sergio “Maravilla” Martínez en su autobiografía “Corazón
de Rey” (editorial Planeta), aparecida en el momento más importante de su
carrera. Poco después de vencer a Chávez Jr. y lograr el título de Campeón de
Peso Mediano del Concejo Mundial de Boxeo.
2012 fue el gran año de este boxeador nacido en
Quilmes que es respetado en todo el mundo. Sus apariciones en la televisión, su
próxima pelea del 27 de abril ante el inglés Martin Murray y su reciente
Olimpia de Oro entregado por el Círculo de periodistas Deportivos ratifican que
vive “su” momento. Y hay más.
Al libro de Germán Riesco (“Maravilla Martínez –El hombre detrás del campeón) se le agrega este trabajo tan íntimo. Queda en
claro, entonces, que la fiebre por Maravilla es total. Y la literatura dice
presente.
El de Planeta es distinto al de los habituales
que salen sobre deportistas. Porque en este caso está hecho por el propio
protagonista. Es él quien da cuenta de sus esperanzas, de sus sueños, de sus
peleas y de sus creencias.
Cada frase o concepto que refleja Martínez da
cuenta de que sabe dónde está parado en la vida. Leerlo es una forma de
adentrarse en su universo, que es enorme si se tiene en cuenta todo lo que ha
recorrido desde aquella infancia llena de ausencias a ésta adultez en la que cuenta
billetes y gana títulos al mismo tiempo que respeto. Sus fans son cientos y están
en todas partes. A ellos dice que se debe.
En este gran momento de Sergio Martínez, no está
de más leer este libro para conocerlo en profundidad. Al fin de cuentas, en
todos lados aparece su nombre. Y no está mal saber de quién hablamos cuando
hablamos de Maravilla.
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