Por Alejandro Duchini
Es, para mi, uno de los mejores
escritores de la actualidad. Sólo con su libro “La ley de la ferocidad” lo
justifica. Futbolero y fana de Arsenal, nos juntamos en su casa de La Paternal (creo que en
2010) para hablar de libros y fútbol. Lo que sigue es sólo la charla sobre la
pelota.
Pablo Ramos respira fútbol y
literatura. Nos juntamos en su casa de La Paternal para hablar de libros y pelotas y, de
paso, tomar mate. La charla estuvo buena y daba para seguirla, pero después de
casi dos horas, los dos teníamos nuestros compromisos y l cortamos con la
promesa de continuidad. Tanto hablamos que para esta parte sólo voy a poner lo
que tuvo que ver con su Arsenal de Sarandí, Independiente, Racing, Maradona y
los goles que más gritó en su vida.
Ramos, que tiene un blog que
recomiendo: La Arquitectura
de la Mentira
(http://www.laarquitecturadelamentira.blgospot.com/), escribió libros
increíbles, de aquellos que hacen que uno no salga indemne después de leerlos.
Se trata, entre otros, de “El origen de la tristeza”, “La ley de la ferocidad”
y “En cinco minutos levántate María”.
Ahora, el fútbol.
-Soy hincha de Arsenal desde
chico y simpatizante de Independiente. Jugué en Arsenal, jugaba bien, me crié
en Arsenal, iba a la pileta en Arsenal, Arsenal era mi club de barrio. ¡El
fútbol es el barrio! Yo tenía la suerte de que mi papá, fanático de
Independiente, y mi tío, de Racing, nos llevaban a mi hermano y a mi a la
cancha los sábados a ver a Arsenal. Y los domingos íbamos solo de local: a ver
a Independiente con uno y Racing con el otro. Yo salí más de Independiente. Mi
hermano es el encargado de la cancha de Arsenal ahora. Me crié con Julito
Grondona, que es muy amigo mío. Arsenal es la unión de mi papá y mi tío:
celeste y rojo: hinchas de Arsenal e hinchas de Racing fundaron el club.
-Se nota que te marcó
-Arsenal es un sentimiento de
barrio, de verlo en la D,
de ir a cada canchas que ni te cuento… casi no voy a la cancha desde que está
en la A. Sólo
fui a México, en la
Sudamericana, donde casi nos matan, y nos boxeamos. Éramos 9
hinchas del Arse que gritábamos los goles, hizo un círculo la policía y casi
nos matan. A mí me encantaban las piñas de pibe en la cancha. Una vez le
ganamos 7 a
0 a San
Telmo en la isla. No podíamos salir. Y nos fuimos en el micro de los jugadores.
Todos cuerpo a tierra: piedras, tiros. Vengo de esas canchas… lo seguía a todos
lados. Soy un fana del Torneo Nacional B. ¡Hay que ganar ese torneo, eh!
-Contáme algo que no puedas olvidar que te haya pasado en una cancha.
-Tantas cosas. Estuve cuando
ascendimos con Alvarado, en Mar del Plata. Éramos 500 contra 25 mil. ¡Casi nos
matan! Cuando salí vi que me incendiaba un Fiat 1.500 que me había comprado y
al que le acababa de hacer la bicapa. ¡Lloraba! El origen del fútbol es el
origen barrial.
-¿Ídolos?
-Te hablo de ver a Burruchaga, en
la quinta, cuando le decían Fanacoa, porque le ponía mayonesa a todo, hasta al
asado. ¡Un asco! Yo lo vi atajar a Burruchaga. Y atajando hizo un gol de tiro
libre, con cara externa… Era de esos jugadores 8 que admiraba, como Ardiles,
Larrosa, 8 creadores que no bajaban mucho. Mi viejo me decía “mirá a Larrosa,
que es un jugador de seis puntos siempre”. También me gustaban Bernao. Y de
otros jugadores me acuerdo de Alzamendi, Barberón, que iban pegados a la raya.
O Villaverde, Olguín, números 2 que la bajaban de pecho en el área chica. Me
gusta el fútbol lento, porque el fútbol lento es más rápido. Me encanta
Riquelme, como juega, porque como tipo no me lo banco. Y Bochini, que estaba
donde tenía que estar.
-¿Y el gol que más gritaste?
-Siento que cuando Burruchaga
hace el gol del triunfo en el 86, un poco lo hizo Arsenal, ¿no? Vos fijáte el
cambio de pierna en una final, en un alargue. Yo hablé con él. “No sabés Pablo,
pensé que me partían, no quería ni mirar”, me dijo. Y me contó que en realidad
no quería cambiar la pierna, pero le sale así. ¡Qué golazo! Era pobre, pobre,
pobre. De origen muy humilde. Igual que Monzón, uno de los pocos que echaron en
una final. Recuerdo además uno de Bochini a Gatti, que a Marangoni lo voltean,
y con la puntita del pie el Bocha la mete y lo empieza a gritar antes de que la
pelota entre. Gatti no lo podía creer porque no había lugar para que entre esa
pelota. Y me acuerdo con mucha alegría del de Caniggia a Brasil, con todo lo
que significó. No hay verdad más contundente que un gol. Hemos gritado un gol
en algún partido de Arsenal que no gritaba nadie, salvo los que estábamos en la
cancha. No nos transmitía nadie, ninguna radio, nadie sabía de nosotros. Éramos
los únicos en el mundo gritando ese gol.
-¿El gol de Arsenal que más te marcó?
-El más lindo que recuerdo, y voy
a escribir un cuento, es el más feo de la historia: (Martín) Andrizzi, que se
cae tres veces, en la
Sudamericana. Es el que más grité, el que lloré. El de Diego
a los ingleses lo saco, por todo lo que significa. Pero ese gol de Andrizzi lo
recuerdo muchísimo.
-Ahora se habla mucho de literatura deportiva. ¿Qué opinión tenés?
-Está buena. Tenemos los cuentos
de Roberto Fontanarrosa, a Eduardo Sacheri, que es bárbaro. Y Horacio
Convertini, con El Refuerzo, una historia sobre un veterano jugador que termina
siendo un policial de amor. Hay algo más que el fútbol. Lo bueno de los cuentos
sobre deportes es que siempre hay algo más; y es la realidad. Creo que es
válido.
-Hablás del fútbol con pasión.
-El fútbol y el boxeo son mis
deportes preferidos. Aparte relaciono la vida con el fútbol. Horacio del Prado,
el periodista deportivo que más me gusta, un maestro, me dio la posibilidad de
escribir en su blog durante el Mundial; hacía comentarios desde Alemania,
porque a le gustaban. Teníamos la teoría de que no convenía que a Maradona le
fuera bien, porque él demostraba que el fútbol de antes era mejor. “Qué Bilardo
cierre el orto, si nunca me dio indicaciones”, dijo Diego. Me encantó eso. Pero
qué culpa tiene Diego si Messi patea un tiro libre en el Barcelona y la mete en
el ángulo y acá la manda a la tribuna. Los pibes de ahora no sienten nada. No
se puede jugar sin pasión al fútbol. Que el mejor jugador del mundo haya jugado
el Mundial que jugó, no me convenció. Mirá Uruguay, con menos técnica, a dónde
llegó.
-Habláme de vos como jugador, por favor.
-Nosotros, de pibes, jugábamos cada
apelota a vida o muerte, en la vereda, con los raspones, pero jugábamos todo.
Si en el fútbol no te jugás la vida por una pelota… Mirá un Tevez, por ejemplo,
que deja todo y putea cuando lo sacan. O un Palermo, como contra Perú… esos
jugadores trascienden el club. Hasta Diego se puso a llorar… eso sólo un grande
lo hace. Diego lo pone a Palermo porque se lo merece. Otro no lo hace. Bilardo
no lo hace. Diego lo hace.
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