Por Alejandro Duchini
Entrevistamos al periodista, que acaba de sacar un muy buen libro sobre el mundo de la ventriloquia, pero visto desde adentro. Se llama “Ventrílocuos” y fue editado por Tusquets.
Entrevistamos al periodista, que acaba de sacar un muy buen libro sobre el mundo de la ventriloquia, pero visto desde adentro. Se llama “Ventrílocuos” y fue editado por Tusquets.
La historia tal vez muchos la
conozcan: hace cuatro años fue invitado a una reunión de ventrílocuos, se ganó
un muñeco en el sorteo, se encariñó y aprendió el oficio. Juntos, hoy se
presentan en distintos escenarios bajo los nombres de Paco y Oliverio.
Entre algunas de las cosas que me
contó Riera, que además es uno de los editores de la revista Barcelona, durante
el almuerzo en un bar de San Telmo, en uno de esos días de lluvia molesta e
incesante, está lo siguiente:
“Hay como dos corrientes. Los que
piensan en el muñeco casi como un hijo y los que piensan en el muñeco como una
herramienta de trabajo”.
“Este arte ha sido bastardeado,
minimizado”.
“Mi pasión al escribir hace que
como cronista me parezca imprescindible involucrarme en las historias que
cuento, ver cómo me puede enriquecer la gente que acabo de conocer y sus
historias. Si no estuviese esa posibilidad, de que alguien te cambie la vida,
daría lo mismo cualquier profesión. Y esta pasión, en este caso, consiste en
sostener un arte que no todos entienden y que no todos reconocen como arte”.
“Al ser yo mismo contagiado por
esa pasión, no sólo a través de los demás ventrílocuos sino también con la
presencia de Oliverio en mi casa, empiezo a entenderlo más, porque estoy desde
adentro. Hay una doble pasión: la de cronista y la de ventrílocuo”.
“Llegó un punto en que los shows
pasaron a importarme tanto como mis escritos. Así se da en esta época, en la
que presento a la vez un show y un libro, de manera totalmente natural”.
“Es un libro escrito desde mi
propia experiencia”.
“Mi esposa siempre tuvo buena
onda con Oliverio. Se llevan bien. Ese episodio que describo de una discusión
conmigo en la que le digo que no se la agarre con Oliverio, después, porque se
lo dije seriamente, pensé que tenía que contarlo en el libro. A veces pasa que
tengo un conflicto con mi señora y ella le pregunta a Oliverio qué piensa, y
él, muy diplomáticamente, le dice que no está para ir llevando y trayendo. No
se juega ni para uno ni para otro”.
“Me gustaría cambiar la
ventriloquia… desde lo que hago, me gustaría una recepción mayor hacia todos
los ventrílocuos, salas, producción de espectáculos. Y que a la vez esa mayor
reflexión obligue a innovar sus espectáculos. Y por otro lado me pregunto qué
puedo hacer yo. Y bueno, hacer espectáculos en los que se incorporen otros
elementos: lenguajes, músicos, videos, tomar el diálogo entre muñeco y
ventrílocuo como un punto de partida. Pensar en la relación entre ambos para
contar una historia”.
“Si, llegué a este ambiente para
quedarme. Porque me divierto, porque la paso bien y porque encuentro un
estímulo artístico. Si sintiera que no puedo hacerlo bien o me aburriría… pero
es imposible. De hecho, ahora hago un espectáculo nuevo y tengo otro pensado. Y
así. Hay como varias ideas para hacer”.
“Oliverio no la caretea nada. No
elude temas hurticantes. Puede hablar de fútbol, de política, de sexo, de
religión. De cualquier cosa. No tienen ninguna clase de problemas”.
“Tiene en general planteos más
radicales, más avanzados, quiere ser una estrella de rock. En esa franqueza,
hablando de cuestiones políticas ha dicho cosas duras. Tiene un hit que es
‘Etchecolatz se llevó a mi chica’”.
Riera, que también sacó un libro
de crónicas muy recomendable, titulado “Nuestro Vietnam” (Editorial Alfaguara),
me muestra a Oliverio antes de que nos separemos. Lo saca de una valija negra,
de esas que tienen rueditas, y me lo presenta. Aunque parezca raro, en dos
segundos estoy hablando con Oliverio a la vista de los de las mesas cercanas.
-¿Cómo te va?
-Aquí estamos. Acaban de almorzar
y me dejaron afuera.
-¿Tenés hambre?
-No. Las estrellas de rock
comemos poco. Nos drogamos, pero no comemos.
-¿Hoy te drogaste?
-No todavía. Es muy temprano.
-Te felicito por el lompa (su
pantalón es un jean con dibujitos del Hombre Araña).
-Ok. Buenas noches.
Hay mucho más de la nota, pero
saldrá en otra revista, en un par de días. Tal vez entonces la cuelgue
completa.
A MI ME GUSTA LA VENTRILOQUIA,ME GUSTARIA PRACTICARLA MAS.
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