(Por Fabián Galdi. En Twitter, @fabiangaldi)
Independiente jugará en la segunda categoría, igual que les pasó no sólo a otros grandes del fútbol argentino sino también del máximo nivel internacional. Está frente a la gran chance de recuperar el terreno perdido y resurgir con más fuerza.
Independiente jugará en la segunda categoría, igual que les pasó no sólo a otros grandes del fútbol argentino sino también del máximo nivel internacional. Está frente a la gran chance de recuperar el terreno perdido y resurgir con más fuerza.
Desde el 16 de junio de 2013 que Independiente se planea comenzar la etapa de la reconstrucción, ya no en el sentido institucional sino en cuanto a cómo posicionarse frente a una circunstancia deportiva inesperada: el descenso de categoría. Podrá teorizarse tomando como punto de partida a la reflexión y el equilibrio, pero el hincha es vulnerable al sentimiento y no hay explicación que valga hoy día que la de sentirse herido como nunca. El mundo parece partirse en pedazos y el consuelo no llega. Esa sensación de vacío que se apodera del simpatizante cuando la pérdida es real y no una ilusión es la que marca el presente.
El hincha está inserto en un
contexto sociocultural en el cual el fútbol asoma como un un factor identitario
de límites difusos. Sea donde fuere que se desarrolle – ámbitos familiar,
laboral, de formación educativa, etc. – al fanático le sobrevolará la sospecha
de que en cualquier momento será objeto de una broma hiriente, por más ingenua
y hasta sin mala intención que parezca. La manera de afrontar la presión del
afuera será propia de su individuación. Habrá quienes podrán tolerarlo en mayor
medida, pero también quienes manifiesten el rechazo de manera agresiva. La
psicología define esta cuestión bajo el concepto de hiperideación, lo cual
significa estar pendiente del tema en forma recurrente, en todo momento y
lugar.
Los síntomas de tal malestar
acompañan al hincha desde que la angustia se reflejaba en la tabla de promedios
desde hace un año, al menos. La percepción de que el arrastre del “efecto
River” recayera otra vez sobre un grande de los tradicionales del fútbol
argentino se hizo carne entre los simpatizantes de San Lorenzo y de
Independiente luego del final de la temporada 2011/2012.
El primero corrió con ventaja
para enfrentarlo, a partir de dos situaciones: 1) Había vivenciado el trauma en
1981, cuando descendió a la por entonces Primera B, por lo cual desde el plano
inconsciente sabía de qué se trataba; 2) Reagrupó sus fuerzas durante el
Clausura 2012 y esa “cultura del aguante” en el sentido positivo del término,
influyó para saber cómo sobrellevar las semanas previas al desenlace, alejando
a los jugadores de la presión interna para que se concentraran solamente en la
externa. Inclusive, también en la fecha 18 de ese torneo – igual al actual
Final- debió enfrentarse a Independiente en Avellaneda, y el 0-0 le evitó el
descenso directo abriéndole la puerta a la Promoción (allí venció a Instituto).
El segundo, en cambio, parecía
confiado en que la pesadilla terminase en un abrir y cerrar de ojos y recién
empezó a observar la tabla de promedios con convencimiento a partir del inicio
de este torneo. La falta de acostumbramiento a situaciones de desastre
futbolístico terminó depositando la ira en los destinatarios directos – jugadores,
dirigentes y cuerpo técnico (ciclo Gallego) – hasta que esa descarga emocional
representó una carga adicional en la ya de por si mochila pesada que portaba
cada protagonista. Así, Independiente debía enfrentarse cada fin de semana a
dos rivales, de los cuales el de la camiseta de enfrente terminaba siendo el
menos complicado.
Casi como si fuera un vínculo
impensado a partir del color de su camiseta y del apodo que lo distingue, el
club de Avellaneda puede encontrar sendos puntos de contactos en dos instituciones
legendarias de la
Premier League, tales como el Liverpool y el Manchester
United, las cuales también tuvieron que afrontar descensos y luego resurgieron
hasta volver a ocupar sitiales de privilegio con naturalidad.
Los “Reds” de Liverpool padecieron
la pérdida de categoría en la temporada 1953/1954 y, es más, recién retornaron
ocho temporadas después al fútbol inglés de primera división. Los “Red Devil’s”
de Manchester descendieron tras el campeonato 1973/1974, aunque ganaron el
campeonato de la segunda división de punta a punta y volvieron de inmediato.
Otro ejemplo de clubes del primer
nivel internacional se dio en el fútbol italiano a partir de dos entidades
emblemáticas: Milan y Juventus. Además, junto al Inter, las de mayor cantidad
de logros internacionales, tanto en copas europeas como intercontinentales.
El “Rossoneri” perdió la
categoría en la temporada 1979/1980, aunque en este caso por un fallo de la
justicia deportiva a partir de haberse comprobado su participación en un
escándalo de apuestas. De esta manera, los rojinegros se consagraron ganadores
del campeonato 1980/1981 y volvieron a jugar en la divisional mayor; sin
embargo, no se pudieron adaptar las exigencias y descendieron nuevamente tras
una magra temporada 1981/1982.
El “Bianconeri” debió descender
obligatoriamente luego de que la justicia probara el vínculo con el fraude
deportivo. “La Vecchia
Signora” había ganado el título 2005/2006 del Calcio, pero
sufrió un descuento de puntos importantes y debió amoldarse a la segunda división
por primera vez en su rica historia.
En la primera década del siglo
XXI, también, varios de los clubes grandes del fútbol brasileño se fueron al
descenso en una escalada que parecía no tener fin. El primero que inauguró la
lista fue Palmeiras en 2002 y ahora repitió en 2013. También les pasó igual a
Gremio (2004), Atlético Mineiro (2005), Corinthians (2007) y Vasco da Gama
(2008).
En España, en tanto, dos clubes
tradicionales como el Valencia y el Atlético de Madrid fueron víctimas del bajo
puntaje en las temporadas 1985/1986 y 1999/2000, respectivamente, por lo cual
también bajaron un escalón rumbo a la segunda división.
En el fútbol argentino, los
descensos de San Lorenzo (1981), Racing (1983), River (2011) e Independiente
(2013) marcaron momentos bisagra de la historia deportiva de cuatro de los
cinco grandes tradicionales. Sólo Boca aparece por fuera del listado, aunque la
preocupación empieza a rondar para cuando llegue la temporada 2014/2015 si es
que no logra un colchón de puntos importante en la próxima.
La posibilidad de un descenso
deportivo está latente para cualquiera de los participantes de un campeonato de
primera división. En ese caso, una crisis futbolística implicará tocar fondo,
pero también será una oportunidad magnífica para resugir con más fuerza.
Después de todo, un grande lo es
por sus logros, pero – sobre todo – también por su capacidad de levantarse en
los peores momentos; allí es donde se vé su verdadera grandeza. La de ser, más
que la de parecer.
La nota original fue publicada en el diario Los Andes
La nota original fue publicada en el diario Los Andes
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