Fue uno de los mejores periodistas que tuvo
nuestro país. También brilló como escritor, aunque en este aspecto muchos lo
menospreciaron. Se anticipó a Truman Capote y a su tiempo. Ediciones de la Flor acaba de sacar una gran
edición de sus Cuentos Completos.
No se puede hablar de periodistas argentinos
sin mencionar a Rodolfo Walsh, nacido en Río Negro en 1927 y desaparecido en
1976, poco después de escribir su “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”. Pero además fue
uno de los mejores escritores. De esto da cuenta su genial “Operación Masacre”,
su novela-investigación periodística de lo que luego se conocería como “non
fiction”. A nivel mundial, se considera a Truman Capote y su “A sangre fría”
(1966) como el primer gran representante de ese género. Pero Walsh le ganó por
9 años con “Operación Masacre” (1957), investigación sobre el fusilamiento de
civiles en José León Suárez. Las dos historias son geniales, claro.
Otras dos investigaciones suyas a recomendar
son “¿Quién mató a Rosendo?” (1969) y “Caso Satanowsky” (1973). Pero también
están sus cuentos, que son tremendos, durísimos, imperdibles. Ellos ahora están
reunidos en el gran volumen que acaba de sacar Ediciones de la Flor, con prólogo de Ricardo
Piglia. Allí se encontrarán los publicados en “Variaciones en Rojo” (1953),
“Cuentos para tahúres” (1962), “Los oficios terrestres” (1965) y “Un kilo de
oro” (1967). Lo interesante es que en estas más de 500 páginas hay muchos
textos publicados en revistas pero no en libros y uno inédito que se llama
“Quiromancia”. “Yo he vuelto a mi país. Mis ojos no vieron el cielo desgarrado
por las artillerías, mis oídos no escucharon el silbido de las bombas”. Así
comienza.
Hay también dos notas hechas por el mismo
Piglia y otro de Rosalba Campra. El primero en 1970, el otro en el 73.
En ese mismo apéndice en el que se hallan más
“joyitas” se lee: “Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no
terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser
presidente de la República”.
“En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota
generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero
nacionalismo a la izquierda”, se define casi sobre el final de este texto tan
corto como contundente. En el medio, esa conocida y contundente frase suya: “En
1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor
era el que más me convenía”.
Lo mucho y bueno que hay para leer en este
“Cuentos Completos” tal vez pueda resumirse en un párrafo final del prólogo de
Piglia. Cuando escribe: Los cuentos de este libro sintetizan el arte de narrar
de Rodolfo Walsh: en su lacónica y luminosa inmediatez, estas ficciones son
también un modo de aludir a las dificultades de escribir la verdad”.
Mi consejo, demasiado humilde, es que lean
estos “Cuentos Completos”. Su aparición es más que una manera de recordar a
este gran periodista y escritor. Es también una oportunidad. Para conocerlo,
para respirarlo.
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