A Liliana Suárez de García le
mataron a su hijo en un partido que la Selección jugó en Uruguay, en 1995. Como siempre
pasa, la Justicia
no descubrió nada. Ella investigó por su cuenta. Se metió en el corazón de la
barra de Morón y hasta estuvo de frente con los asesinos. A Grondona le dijo en
la cara lo que otros apenas murmuran a escondidas. Hoy es la presidente de
Salvemos al Fútbol. Y el que sigue es el espacio que el damos para que se
exprese.
Perder un hijo es el dolor más
triste y desgarrador que me tocó vivir. El 11 de julio de 1995, asesinan a mi
hijo Daniel, de 19 años de edad, cuando recién asomaba a la vida, le robaron su
juventud, sus sueños y proyectos de vida, uno más en la larga lista de víctimas
de la violencia en el fútbol. Ese dolor inmenso e incomprensible me enseñó a
vivir una vida diferente, a involucrarme en una temática para mí totalmente
desconocida. El mundo del deporte más popular, el fútbol, y sus nichos de
corrupción y violencia.
La necesidad de saber lo que pasó
a Daniel me hizo una mujer fuerte, a pesar de tener el corazón desgarrado de
angustia, y comencé a peregrinar por los diferentes despachos, en busca de
respuestas, golpeando puertas. Fue en esas recorridas donde conocí la
indiferencia, la irrespetuosidad, la falta de compromiso de todos los
organismos que conforman este mundo donde rueda la pelota. Dirigentes deportivos,
sindicales y políticos, AFA, organismos de seguridad, policías, jueces
corruptos: un combo perfecto que avala el accionar de los mercenarios, conocidos
con el mote de barras bravas, y un
Estado ausente. Este camino pedregoso y lleno de obstáculos agota, deja
sin fuerzas, sin aliento. Sólo la necesidad de búsqueda de JUSTICIA me da una inyección de energía para continuar en
esta lucha.
En este transitar encontré gente
que me ha denigrado, mentido, pero por otras muchas me sentí valorada, elogiada
por la tarea realizada, en esta inclaudicable lucha tan desigual contra la
violencia y corrupción en el fútbol y lo que se esconde detrás del deporte
popular: negocios espurios, drogas y una clara asociación ilícita de las mafias
organizadas.
Mi descreimiento y desconfianza dio en ciertas
ocasiones luz a la esperanza, la ilusión de confiar en personas que se animaron
a denunciar, a romper vínculos mafiosos, a cortar con las fuentes de
financiación de los barras que lucran con los innumerables negocios que ofrece
el mundo del balón.
Por todo esto confié en el Sr .
Javier Cantero, persona a la que conocí antes de llegar a ser dirigente, ya que
formaba parte de reuniones de la Asociación Salvemos al Fútbol. Conoció el dolor
de los familiares y solicitó ayuda y apoyo de cara a su campaña a candidato a
la presidencia del Club Independiente. Así se hizo: compramos lo que nos vendió,
del mismo modo que los medios, quienes enarbolaron la figura de Cantero como
paradigma de la lucha contra los violentos. Pero el correr del tiempo nos
demostró una nueva desilusión, el doble discurso, las máscaras, las puertas
abiertas, donde prevalece la necesidad de salvar las finanzas del club
desvastado por gestiones anteriores, dejando inconcluso su compromiso de cambio,
esa lucha contra los violentos ,que
fortaleció su imagen de mártir.
Los que verdaderamente luchamos sin
girar en torno a ningún interés económico ni político somos los Familiares de
Víctimas desde siempre, los que no nos damos por vencidos; a los que no nos
reciben ni nos escuchan los funcionarios que tienen en sus manos ésta temática
demostrándonos complicidad y cobardía. Personalmente no voy a abandonar este camino recorrido, a
diferencia de la dirigencia deportiva y política que pasa sin pena ni gloria. Mi
compromiso tiene como finalidad también que esa llama por la MEMORIA, VERDAD y JUSTICIA jamás se apague. En homenaje a vos, HIJO
QUERIDO, que pronto cumplirías años, me mantengo firme a mi dignidad y
convicciones, sin abandonar esa senda de lucha, mostrando esa bandera que
ilumina tu rostro, contando tu triste final de vida, y seguiré hasta mi último
aliento investigando y reclamando condena para los responsables que te robaron
la vida. Vivís eternamente en el corazón de todos. DANIEL GARCÍA, PRESENTE,
ahora y siempre.
Liliana Suárez, una madre que no
se rinde y grita BASTA DE IMPUNIDAD.
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